jueves, 15 de septiembre de 2011

GABRIEL GARCIA MARQUEZ

(Publicado el 15 de agosto del año 1981)

Lo normal en literatura es que el título venda el libro. Con Gabriel García Márquez se produce un fenómeno diferente: su nombre vende como pan caliente sus obras.

La hazaña de este extraordinario escritor radica en la maestría con que pincela sus obras. Maestro del realismo mágico y cultor fino de un amplio repertorio anecdótico; conjugador de las más crudas realidades de nuestra América Latina.

Gabriel García Márquez es un escritor que tiene la gran virtud de convertir en “best-seller” cada libro que lanza al inmenso mercado de lectores.

La sola mención de su nombre es un aval para cualquier título literario. Pero ese encanto maravilloso no ha sido conseguido por azar: ha sido el resultado de una ardua labor estilística e interpretativa de la situación de los pueblos latinoamericanos que se mueven en un marasmo económico-social y en una pobreza cultural espantosa.

Este pulcro escritor es un producto genuino de América Latina. Nació el 16 de marzo de 1928 en Aracataca, un pueblito olvidado del interior selvático de Colombia.

Sus primeros pasos en las letras los inició en el periodismo. En este difícil, pero apasionante oficio pulió su pluma. Luego comenzó a publicar cuentos breves en los suplementos literarios colombianos.

En el año 1955 gana un concurso nacional de cuento con uno titulado Un día después del sábado.

Su primera novela es La Hojarasca. Inmediatamente después sale a la luz pública la crónica Relato de un Náufrago.

En el año 1958 escribe El Coronel no tiene quien le escriba. En 1967 publica Cien Años de Soledad. La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada aparecerá en el año 1969.

El Otoño del Patriarca sale a la luz pública en el año 1975. Este año 1981 se publica Crónica de una muerte anunciada, después de un receso de seis años.

Gabriel García Márquez es un compendio prístino de la literatura latinoamericana. Resume en su estilo los avatares y los sinsabores de los hombres y mujeres que pueblan esta abandonada y esquilmada parte del mundo.


Sus obras, sus personajes, su visión del mundo y del devenir histórico de los pueblos explotados son el más fiel espejo de la realidad de los pueblos ubicados al sur del Río Bravo.

Antes de llegar el llamado boom de la novela latinoamericana, ya García Márquez había publicado varias obras. Sus cuentos eran objeto de críticas favorables. Ojos de perro azul, por ejemplo era analizado en muchos cenáculos culturales.

Pero fue su novela Cien Años de Soledad la que le sirvió de catapulta para colocar su nombre con letras de oro en el escenario literario de la humanidad. Y no era para menos, pues Cien Años de Soledad es lo que se llama una filigrana, es una obra hecha con todo el gracejo que alguien puede imaginarse en un escritor excepcional.

En esa obra genial el escritor nacido Aracataca, Colombia, nos describe las vivencias de un pueblo polvoriento llamado Macondo. Señala con donaire y crudeza la dura vida de sus habitantes. Las necesidades de todo tipo que sufren los habitantes de aquella villa olvidada y la forma de pensar de sus hombres y mujeres.

Este párrafo nos da una idea del ambiente humano allí existente: “...Mientras los Aurelianos eran retraídos, pero de mentalidad lúcida, los José Arcadio eran impulsivos y emprendedores, pero estaban marcados por un signo trágico...” pág. 159.

Cien Años de Soledad nos brinda la oportunidad de hacer comparaciones valederas de los problemas comunes que mantienen sumergidos en el más inicuo olvido a nuestros países.

Macondo: “Una aldea de veinte casa de barros y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. Pág.9.

Si se da una mirada retrospectiva se observa que casi todos los pueblos han surgido de esa manera. Calles polvorientas, una botica, un adivino, un zapatero remendón, un cementerio con cerca de palos y alambres son la carta de presentación de Macondo; y eso ha sido América.

En lo que respecta a los personajes de García Márquez, sobre todo en Cien Años de Soledad, podemos decir que todos se ajustan fielmente al realismo mágico que enarbola el autor.

Quién niega que en cada pueblo del mundo hay una abuela Ursula (esposa de primer José Arcadio Buendía). Mujer previsora. Abuela cautelosa. Madre sometida al cuidado de los suyos.

En “El Coronel no tiene quien le escriba”, nos enseña la forma cruel en que es abandonado un viejo soldado que ha dejado lo más lozano y brioso de su vida en los cuarteles, y después languidece como un tísico cualquiera sin obtener su merecida pensión. Las ansias de ver al cartero en el umbral de la puerta de su casa y la miseria que le rodea crea un cuadro triste en el discurrir vivencial del Coronel Buendía. Ni siquiera tenía zurrapa suficiente para sentir el aroma penetrante del sabroso café tropical.

La Hojarasca es una obra breve, compendiosa, pero grande en la temática que enfoca. En ella se analiza, con todo el fuego de una pluma comprometida con la liberación de los pueblos oprimidos, la explotación sin límites a que son sometidos los pueblos pobres por parte de las empresas transnacionales. Las tristemente célebres bananeras que azotaron a Centroamérica (algunas aún se mantienen con el mismo ánimo) son desnudadas por García Márquez. Hay que ver cómo enfoca este excelso escritor las correrías vandálicas de las transnacionales del banano.

“La Mala Hora” es un radiografía de los problemas políticos colombianos. La demagogia de los politiqueros de mal jaez. El rabulismo de una politiquería ramplona, insulsa, llena de lacras humana es fotografiada por Don Gabo con una agudeza sensacional. Los mismos apuros que vemos diariamente en el convulso mundillo político criollo se pueden observar en esta pequeña obro garcíamarquiana.

En ella se pinta lo típico en el escenario político latinoamericano. Las amenazas de golpes de Estado, la fanfarria de las caravanas partidarias, los ofrecimientos imposibles de cumplir y el trepadurismo social a través de la política.

Por algo es que García Márquez pone en boca de Aureliano Segundo, en Cien Años de Soledad, la siguiente expresión: “La única diferencia actual entre liberales y conservadores, es que los liberales van a misa de cinco y los conservadores van a misa de ocho”. Página 209.

Con su libro El Otoño del Patriarca, obra muy literaria y nada fácil de interpretar, García Márquez lanza su mirada y pone su pluma en ristre para mostrarnos el aquelarre (¿cabe la palabreja?) de tiranos latinoamericanos.

Respecto al contenido de este libro he leído muy diversas opiniones. El mismo autor ha tenido que intervenir, y ha dicho que esa es una obra escrita para personas que sepan de literatura.

El tirano descrito es el general Alvarado. Puede ser Trujillo, Lilís, Báez, Duvalier, Rojas Pinilla, Dr. Francia, Rosas, Gómez o Pérez Jiménez.

Nos narra, con prosa galana y profundamente filosófica, las vivencias y las expresiones típicas de nuestros tiranos de rompe y raja.

“...Una tarde de enero habíamos visto una vaca contemplando el crepúsculo desde el balcón presidencial, imagínese una vaca en el balcón de la patria, que cosa más inicua, qué país de mierda...”.

Algunos puristas del idioma tildan a Gabriel García Márquez de hacer uso de un lenguaje obsceno y vulgar. No es cierto el señalamiento de marras, pues en muchas de sus expresiones lo que hay es una esquematización irónica de la vida. Un fuerte destello de humor pende, como el hilo de agua en el belfo de un ternero, de su fraseología.

La espontaneidad del lenguaje de los personales es el leit-motiv en el florilegio Garcíamarquiano.

La soledad de la política es la basamenta en que se sustenta El Otoño del Patriarca. La descomposición moral del poder es puesta de manifiesto en esta obra escripturalmente complicada. Los cicerones de la inescrupulosidad son dibujados con maestría (al estilo Picasso) por García Márquez. Los áulicos que siempre abundan en los palacios hacen acto de presencia en esta obra, reflejando con sus actitudes su liliputiense estatura moral.

Lord Aucton, famoso político inglés, señaló que “todo poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente”. El general Alvarado y todos los tiranos desplazados del poder, que él iba acogiendo en la cúspide de su palacio lleno de gallinazos, era absolutamente corrompidos.

Este general Alvarado tuvo un poder tan grande que “alguna vez preguntó qué horas son y le había contestado las que usted ordene mi general...”. pág.86.

El general Alvarado es el espejo de cualquiera de los despiadados dictadores que han azotado a América Latina con el látigo flamígero de su bestialidad. Creo estar en lo cierto; sino no, véase ese párrafo “...Agarrado de miedo a los trapos de hilachas podridas del balandrán de la muerte y ajeno a los clamores de las muchedumbres frenéticas que se echaban a las calles cantando los himnos de júbilo de la noticia jubilosa de su muerte...”. pág.262.

Otro ejemplo que nos permite poner en paralelo al general Alvarado con Trujillo es en lo referente a la genealogía. Sabido es que el despiadado tirano dominicano descendía por la rama materna de la haitiana Yideta Chevalier y por el lado paterno de un consumado cuatrero de origen español. Pero con su inmenso poder hizo que se “admitiera” que él descendía de los marqueses de Villaverde, en España, y de los duques Chavalier de Francia.

Pues Vean este trocito garcíamarquiano: “...Se había encomendado la misión de escudriñar la vida de Bendición Alvarado (madre del dictador) hasta que no quedara ni el menor rastro de dudas en la evidencia su santidad”. Pág.140.

Pero la demagogia no podía quedarse atrás en las vivencias del general Alvarado, y por eso García Márquez, con esa fina ironía de que hace galas, pone en boca suya, cuando veía acercarse la muerte, lo que sigue:

“... Ya lo verán, decía, se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para los pobres, por supuesto porque esos estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo...”Pág.165.

Con su último libro, Crónica de una muerte anunciada, salido a la luz pública hace un par de meses, García Márquez rompe un largo silencio literario. Esta obra es una novela breve. Algunos han dicho que es más bien un cuento largo.

Este es resumen de ese libro: El rico trashumante Bayardo San Román se casa muy pomposamente con la humilde Angela Vicario, y antes del amanecer la devuelve por no encontrarla virgen. Esta dice que quien la hizo mujer fue el rico joven Santiago Nasar. Los hermanos de Angela, los gemelos Pedro y Pablo Vicario, deciden vengar el estropicio hecho a su hermana.

Anuncian que van a matar a Nasar y casi todo el mundo lo sabe, pero múltiples razones impiden que éste lo sepa.

En esta obra se describen, como una crónica periodística magistralmente trabajada que es, los tabúes, los mitos, las falsas creencias arraigadas con fuerzas telúricas en la idiosincrasia del latinoamericano.El machismo en su más cruda expresión es pincelado con vigor incomparable por el autor.

Muy bien ha dicho el escritor peruano Luis Alberto Sánchez: “Lo que vale es la técnica para ordenar las escenas, la descripción de los personajes, la pintura del ambiente, el lenguaje rico y al par castizo y folklórico con que Gabriel García Márquez nos deleita hasta el horror, pintándonos la atmósfera dentro de la cual germina y llega a su climax el drama”.

Para los estudiosos del derecho esta obra es una valiosa fuente de estudio, pues conduce por los vericuetos del crimen (con más candor que, por ejemplo, en “Crimen y Castigo” de Fedor Dostoievski); es un manantial de intrigas que el criminólogo va desentrañando hasta lograr sustanciar una visión medularmente interesante del hecho.

Con el comentario de esta última obra, que es un intenso relato, cierro estas breves pinceladas literarias sobre Gabriel García Márquez, el más dinámico de los escritores de habla hispana vivientes.

Teofilo Lappot Robles

Publicado en el periódico El Cometa, el 15 de agosto del año 1981.

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